Hace 10 años, y con 20 kilitos más que ahora, un día decidí que tenía que levantarme del sofá. Bueno, para ser exactos, lo decidió la vida por mí. En cosa de 8 meses, mi madre murió por un cáncer fulminante, me echaron del trabajo y me dejó la novia. Estando completamente arruinado y debiéndole 10 meses de hipoteca al banco, cuando me despertaba a las 3 de la madrugada con ataques de ansiedad, lo único que me ayudaba era salir a correr. Primero tres kilómetros. Luego seis. Y luego Ironmans, Ultramans, y carreras de hasta 55 horas y 770 kilómetros non stop.